miércoles, 16 de noviembre de 2011

HISTORIA DE MEDELLÍN...



El valle de la que ahora es ciudad de Medellín, fue descubierto por Jerónimo Luis Téjelo, al mando del mariscal Jorge Robledo al año de 1541. Inicialmente fue denominado por estos conquistadores españoles como valle de San Bartolomé, y conocido por los indígenas como valle de Aburrá. El paso por este territorio fue transitorio, solo reconocieron el lugar y continuaron su recorrido hasta el rio cauca donde si se establecieron y fundaron la ciudad de Santa fe de Antioquia. Luego, conquistadores españoles fundaron una villa en el parque del poblado con el nombre de San Lorenzo de Aburra pero este no prospero. En 1637 y hasta mediados de la década del 40 algunos pobladores del pablado se trasladaron al cruce del rio Medellín  y el riachuelo de Aná. En el año de 1649 se comienza a construir la Candelaria en el Parque Berrío y con el crecimiento del poblado el regente capitán español Miguel de Aguinaga determina la fundación de la ciudad con cedula real, en el año de 1675 con el nombre de Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Medellín en homenaje al templo y a Pedro Porto Carrero.

Es en la quebrada  Santa Elena, donde nació la ciudad de Medellín, erigida como municipio en el año 1813 por el dictador Juan del Corral.

En el siglo XVIII, comienza el crecimiento poblacional de Medellín debido a la llegada de los europeos de origen sueco a la meseta de Santa Rosa de Osos para la explotación minera de oro, convirtiendo una villa de poca importancia en la ciudad capital de Antioquia, muy a pesar de las consideraciones del mariscal Jorge Robledo quien pensaba que Santa fe de Antioquia era merecedor de tomar ese lugar por estar ubicado a las riberas del río Cauca. Y fue entre 1800 y 1845 que la pequeña villa pobre, se convierte en la más grande, rica y prospera villa de la región Antioqueña. Y fue precisamente con la llegada de los europeos que trajeron consigo nuevos conocimientos, técnicas de trabajo, oficios y nuevos pensamientos con la llegada de nuevas generaciones, que enriquecieron la cultura de la ciudad con pintores, escultores, políticos, poetas y escritores.

A finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX se produce en Medellín con gran calidad una arquitectura que enriquece la historia patrimonial de la ciudad. Se gesto con hombres como Coriolano Amador, Horacio Marino Rodríguez, Alejandro Echavarría y Ricardo Olano; y por supuesto de entidades como la Sociedad de Mejoras Públicas. Construyeron dentro de sus proyectos una ciudad ideal conservando los rasgos de una villa republicana. Con una noción de urbanismo bastante clara por parte de los gobernantes que ayudaron a la distribución urbanística, interesándosen por un bienestar humano y social que integraba el uso de esos espacios en una ciudad que crecía y evolucionaba rápidamente. Y hablando precisamente de estas formas de pensar, se encuentra un  articulo de prensa de la época que retrata bellamente las ideas de  Ricardo Olano en cuanto a la urbanización de la ciudad y el concepto de arquitectura:

“La Casa... Todo el que construye una casa tiene gran responsabilidad ante la ciudad. Hay que pensar que una casa dura cien años aproximadamente y que esa casa será adorno y orgullo de la ciudad si es hermosa y artística, o al contrario, estorbo y vergüenza (Un parche, que decimos) si es fea.Tengan esto bien en cuenta los arquitectos y los constructores. Los que construyen casas pequeñas, sin aire, sin luz, sin sol que bañe las habitaciones, tienen también gran responsabilidad ante las generaciones presentes y futuras. Esas casas son un criadero de niños enclenques, de tuberculosos. Se sabe de sobra que un cuarto donde no entra el sol es malsano. Hay en nuestra legislación dos o tres disposiciones, muy incompletas por cierto, que rigen estas materias. Pero las autoridades no las tienen en cuenta. No aguardemos nosotros a que el Gobierno nos dé las normas para las edificaciones. Hagamos nuestras casas hermosas, alegres, higiénicas. Tenemos arquitectos que saben bien estas casas. Levantemos casas que adornen la ciudad, que sean para nosotros el “home”, el sitio agradable que nos atraiga y nos cautive”.  

Muchas de las personas que aprecian el patrimonio le atribuyen el desarraigo a la memoria colectiva, a los intereses económicos por parte de la nueva sociedad de la década de 1950, donde el concepto de integridad de espacio, sociedad y ambiente se pierde con el desarrollo caótico de la acelerada Medellín, que no guarda consideraciones de armonía, ni de valor ambiental. 


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